jueves, 2 de marzo de 2017

Reseña: Lisa - The Painful (PC)


En un mundo post apocalíptico un hombre roto debe luchar contra viento y marea, contra la perversión, violencia y degeneración en que se ha convertido lo que queda de la sociedad. La motivación de recuperar a una joven adolescente que con el paso del tiempo se ha convertido en una hija para él es todo lo que necesita para seguir adelante... y no, no estamos hablando de The Last of Us.

Si antes de que acabase 2016 hubiese completado el DLC que sirve como epílogo para este juego sin duda habría entrado entre mis favoritos del año y definitivamente algo muy destacable dentro de la marabunta indie actual. Creado por Austin Jorgensen (aka Dingaling) tras un exitoso proyecto en Kickstarter, este título hecho en RPG Maker es sencillamente casi perfecto en su ejecución y en el equilibrio del tono. Empecemos.

En Olathe, el mundo ficticio donde el juego tiene lugar, todas las mujeres han desaparecido tras algo llamado "The White Flash", que nadie es capaz de recordar con exactitud hace cuánto o qué fue. Ante la poco halagüeña perspectiva de que los hombres supervivientes probablemente sean la última generación de la especie la sociedad se derrumba y cada individuo y comunidad lidia con la situación como mejor le parece: el hedonismo, el travestismo, la pornografía, las bandas armadas y la violencia viven una edad dorada en este nuevo statu quo apocalíptico y tribal.

En medio de todo esto se encuentra Brad Armstrong, el protagonista de Lisa: The Painful. Le conoceremos en un prólogo en forma de flashback que sirve tanto para presentar al personaje como para sentar el tono general. Siendo adolescente, tras haber recibido él y sus amigos una paliza de manos de unos matones locales, Brad vuelve a casa sangrando y con la ropa hecha pedazos. Allí le recibe Marty, su padre, con una ristre de insultos y frases hirientes, con un botellazo de su recién terminada cerveza como colofón. Tras esto Brad visita la habitación donde su hermana Lisa duerme para momentos después ir a la suya propia, hacerse un ovillo y llorar hasta quedarse dormido.

Avanzando un poco, un Brad ya adulto es visto tomando Joy (una droga que deja a quien la toma en un estado de apatía) para alejar de sí las visiones de su padre abusivo y del suicidio de su hermana. Es en este momento cuando aparece el pistoletazo de salida del argumento: Brad encuentra un bebé abandonado, al que llama Buddy, y que es la única mujer vista en décadas. Decide llevarla a su casa donde, con la ayuda de sus amigos, la crían hasta que ésta es adolescente, viviendo una vida aparentemente feliz... hasta que un aciago día Brad regresa a casa, encontrando a sus amigos apalizados y a Buddy desaparecida. Aquí empieza un viaje por todo Olathe.

Mecánicamente Lisa: The Painful es un RPG tradicional de scroll lateral en 2D. El sistema de combate es ampliamente conocido ya: la clásica fórmula del JRPG por turnos con clases de personajes que ejecutan ataques físicos, magia o alteran características. Cualquiera que haya jugado un Final Fantasy previo al XII o un Shin Megami Tensei sabe a qué me refiero. Es de agradecer que, en pos de incentivar la exploración y no romper e ritmo de juego, no haya zonas de grindeo en las que merezca realmente la pena invertir tiempo para mejorar a los personajes. En su lugar hay bastantes zonas opcionales con misiones secundarias que reportan experiencia además de, casi siempre, añadir algún miembro nuevo al equipo (y créeme, los vas a necesitar). De esa forma se recompensa al jugador que, al estilo metroidvania, explora áreas opcionales/secretas y vuelve sobre sus pasos una vez ha conseguido algo para alcanzar zonas no disponibles anteriormente.

En general el juego no es demasiado exigente en cuanto a estrategia en los combates, pues la profundidad del sistema no es el eje de la experiencia sino un recurso narrativo secundario. Ahora bien, habrá que tener mucho ojo con los miembros del equipo. Ciertos ataques de los jefes finales, así como encontronazos a lo largo de la historia, pueden llevar a la muerte permanente de uno o varios miembros. Por suerte el juego dispone de unos 30 miembros disponibles pero, dado que no hay forma de grindear experiencia, perder a un miembro entrenado o que sea esencial para el balance del resto del equipo es un duro golpe. 


También está el Joy, la droga a la que Brad y otros miembros del equipo son adictos. Es posible encontrar píldoras de Joy por los escenarios e ingerir una hará que el personaje realice ataques críticos constantes, al precio de sufrir luego síndrome de retirada: el personaje verá sus características bastante reducidas durante varios combates y posiblemente sea más una carga que un aliado. Es decisión del jugador si emplear la droga o no, sobre todo en Brad, ya que esta decisión también afectará a la historia y a los distintos finales.

Intentaré hacer los menos spoilers posibles a partir de aquí, pues parte del encanto de la trama es ir descubriendo la transformación de los personajes y cómo sus encuentros les cambian pero quiero dedicarle unas palabras al personaje de Brad. Como en Joel en The Last of Us, Brad es una figura paterna de moral gris que impone su voluntad en contra de lo establecido. Este tropo de padre protector que debe salir a enfrentarse al mundo por el bien de su hijo es algo que estamos viendo cada vez más en los videojuegos; algo tan elemental como proteger a tu familia hace más sencillo identificarse con el personaje y la desaparición/protección de la criatura es un clásico recurso de guión para iniciar la trama. El caso es que hasta aquí llegan las semejanzas con lo estándar.

ExtraCredits en su vídeo sobre los antihéroes dice que es complicado llevar a un protagonista antiheroico por lo difícil que es identificarse con los traumas que han llevado a una persona a romperse, adoptar una nueva perspectiva moral y actuar contracorriente. Si bien es cierto que en los videojuegos es algo casi establecido que debe haber violencia y peleas y lo consideramos algo tan inherente al medio y sus historias que apenas nos afecta, en ocasiones se llega a un nivel de crudeza que no estamos acostumbrados a ver en un medio donde, al menos hasta el día de hoy, cuesta herir sensibilidades y hacer que el jugador no se vea como otra cosa que un buen tipo, aunque sólo sea en el fondo.

Lisa: The Painful no tiene reparos. Brad, el protagonista, es un hombre adulto con graves traumas, víctima de abusos por parte de su padre y con sentimiento de culpabilidad por el suicidio de su hermana. Es un alcohólico con recaídas continuas y adicto a una droga que le deja en estado de apatía para evitar, en lugar de enfrentarse, sus demonios internos. A lo largo del juego vemos cómo no tiene reparos en torturar y sacrificar sin pestañear a otras personas con tal de traer de vuelta a Buddy, a quien considera su última oportunidad de redención siendo un buen padre, estableciendo un conflicto edípico con sus propias experiencias con su padre. Quizás ni siquiera ha considerado la opinión o sentimientos de Buddy acerca de vivir, hablando en plata, en cautiverio, como si fuese una mascota. Algunos de los momentos más álgidos del juego, en lugar de transmitir la idealizada idea de un padre removiendo cielo y tierra para volver a tener una familia feliz, transmite la visión de un hombre egoísta, autodestructivo y violento. En última instancia queda a discreción del jugador juzgar las acciones de Brad, pero el tono decadente del juego creo que deja bien claras qué ideas quiere transmitir sobre sus personajes.

El mundo de Lisa: The Painful es una imagen de la depravación. En lo que hasta entonces había sido una cultura dominada por la visión del hombre heterosexual cisgénero el nicho que ha dejado esa falta de mujeres ha dejado una cantidad importante de impulsos sin saciar. Las revistas pornográficas son un bien tan cotizado que se han convertido en la moneda de cambio, el travestismo y el desnudo parcial masculino se han hecho la norma ante la imperiosa necesidad de la carne. Los férreos roles de género no tienen sentido en un mundo donde sólo quedan varones. Algunos hombres incluso adoptan otros géneros para, por ejemplo, mantener el modelo de unidad familiar tradicional o montar un prostíbulo de travestis cuyo éxito se basa en la idea, en el engaño, de que está teniendo sexo con una mujer real.


Esta imagen grotesca del hombre como bestia movida por impulsos acaba siendo un mordaz comentario acerca de la cultura de la violación presente en la sociedad actual. Otros, sin embargo, desengañados de la futilidad de su vida al no poder perpetuarla, se entregan a la recreación hedonista de sus fantasía personales como, por ejemplo, formar un equipo de Power Rangers, satisfacer una afición sexual por las arañas o simplemente drogarse con Joy o alcohol en busca de momentáneas evasiones del mundo en el que viven. Pero total, casi nadie juzga a los demás porque están demasiado centrados en sí mismo como para prestar atención a los demás, así que tú mismo. En definitiva, el egoísmo y la hipersexualización es un telón de fondo constante durante toda la aventura.

Además de lo ya dicho, el mundo de Lisa: The Painful es violento. Sin estructuras de gobierno o leyes organizadas el mundo hipercompetitivo de los hombres supervivientes se rigen por la ley del más fuerte. Atracos, palizas, secuestros, suicidios, violaciones y asesinatos están tan a la orden del día que pueden ocurrirte incluso en el momento en el que descansas para reponer los stats de tu equipo. Numerosas bandas compiten entre sí por el control de los diferentes territorios y, por tanto, el derecho a extorsionar a sus habitantes. No es raro o infrecuente encontrar escenarios con aldeas arrasadas o pilas de cadáveres, algunos de los cuales incluso acaban así por las decisiones del jugador. Ni siquiera Brad o Buddy pueden escapar de ese clima de violencia donde la norma es "morder o ser mordido". En varios momentos de la historia Brad tendrá que tomar decisiones tan duras con tal de avanzar en su viaje como dar la vida de todo su equipo o perder uno de sus brazos, dejándole visiblemente mutilado y perdiendo gran parte de su utilidad en combate. Varios personajes importantes han acabado como han acabado debido a haber crecido en un ambiente cruel y tóxico; son trasfondos interesantes que merece la pena descubrir uno mismo.


Buzzo, éste del casco de pico, es un hijoputa malnacido

Pero sobre todo, por encima de todo lo anterior, el mundo de Lisa: The Painful es desternillante. La única forma de permanecer cuerdo en un mundo tan retorcido como Olathe es abrazarlo, dejarse engullir por él, entender la dualidad entre la tragedia y la comedia. Habrá muchísimos momentos donde una situación, el diseño de un personaje, una sidequest, nos resultará tan extraña que no podremos sino reírnos ante el absurdo de la situación. El humor aquí es tanto de corte absurdo como en el hecho de tener como compañero a un pez abogado que usa un revólver o a un mago que confunde y debilita a los enemigos a base de darles la brasa con sus cosas en lugar de usar palabras mágicas... como del corte más negro, de ese que te hace sentir culpable porque te haga gracia.


Los jefes finales son algo único
Si el mundo se ha ido a la mierda, la humanidad ha vuelto a la época de las sociedades tribales y al llegar a una región donde adoran a un dios dador de alimento y su efigie es un símbolo que recuerda muchísimo a McDonald's ¿cómo no vas a soltar una carcajada? Hacer una carrera de carritos de la compra oxidados en Garbage Island, encontrar una casa donde todos los muebles son personas vivas en posiciones extrañas, camelarte a los clientes en tu trabajo ocasional de prostituto travesti y cosas mucho más extrañas forman parte del recorrido por Olathe. En un punto concreto del juego se puede trepar bastante rato por una cuerda, sin saber qué hay arriba. Lo que encuentras en la cima resume bien qué es lo que este mundo de locura tiene reservado para ti. Este manejo de los tonos de crueldad y de humor es uno de su mejores puntos a favor, pues sin momentos en los que liberar esa tensión que transmiten la historia y las mecánicas a la larga acabaría saturando al jugador y haciendo que perdiese interés y conexión con el juego y lo que ocurre en él.

Esto es todo lo que puedo decir sin entrar en spoilers. Hacen falta más juegos como éste, que tratan sin reparos temas tan escabrosos como la drogadicción, el suicido, los abusos y las familias disfuncionales. Hacen falta más juegos que rechazen la manida fantasía de poder masculina de hombre maduro atormentado que hemos visto en tantos AAA a lo largo de los últimos años. Lo único que me queda por hacer es dejar aquí el link a su página de Steam. Sólo cuesta diez euros, dura casi veinte horas y sobran los motivos para comprarlo.

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