lunes, 15 de diciembre de 2014

Reseña: El Lobo de Wall Street, de Martin Scorsese


Los ricos también lloran. "Y una mierda, sólo los pringados", nos diría Jordan Belfort desde su Lamborghini color marfil en una de sus habituales rupturas de la cuarta pared.

Mucho se ha hablado de esta película incluso antes de su estreno, con una cuantiosa mayoría de las opiniones encabezadas por la frase "la vuelta al cine del dúo Scorsese-Di Caprio". Dejando a un lado anteriores películas de este par (Shutter Island, Gangs of New York), procedemos a comentar El lobo de Wall Street, largometraje basado en la biografía de su protagonista.

Uno de los bandos más nutridos en contra de esta producción alega ir al cine esperando ver un drama serio sobre un tiburón de la bolsa, un astuto y recio ejecutivo en su camino al poder (llegando incluso a catalogarla erróneamente como una versión en diferente contexto de American Pie). Con una premisa muy contraria, la película es una cómica sátira al mundo de Wall Street.

A los de cien los llamo kleenex.
La primera escena nos presenta a su personaje principal, Jordan Belfort, relatándonos su vida de lujo y algarabía donde las drogas, el sexo, el desenfreno y sobre todo el dinero a raudales son el pan de cada día. Tras esta introducción y en forma de flashback que durará un tercio del metraje, contándonos cómo llegó a amasar tal capital incluso en las horas más bajas de Wall Street y el mundo bursátil en general. De vuelta al presente y durante el resto de la cinta veremos cómo Jordan hace frente a los riesgos que su agresivo estilo de ventas ha conllevado como búsqueda de paraísos fiscales, agencias estatales tras sus talones y demás gajes del oficio.

De la mano del guionista Terrence Winter (Boardwalk Empire, Los Soprano) el argumento se nos presenta un tanto increíble si tenemos en cuenta que es una historia autobiográfica, pero de hecho ha sido contrastada por el propio Jordan tras ver el filme. Adoptando una visión de conjunto, Terrence ha sido acertadamente capaz de no hacer evidente el punto fuerte de la historia hasta la segunda mitad. A simple vista la película se nos presenta como una desmadrada versión de Wall Street, aunque ésto es sólo en apariencia. En un cierto punto de la historia ocurren una serie de momentos que hacen evidente cómo lo que para el público es una situación cómica es un verdadero drama para los personajes, dejándonos a más de uno con una bombilla encendida sobre la cabeza de "acabo de entender la película". Ese es un gran positivo para El lobo de Wall Street.

"Lo estoy petando seriamente y soy consciente de ello." Jordan Belfort, lo disfruta
En el apartado visual, tenemos una película luminosa y dinámica. Plagada de escenas representando la opulencia con la que vive el protagonista y su círculo, no pasarán más de diez minutos seguidos sin que aparezcan en pantalla drogas, prostitutas o gente usando cualquiera de las dos anteriores. Planos de media distancia y escenas de fiesta en slow mo nos resultarán comunes en este filme. Al menos hasta la parte final de la película, cuando el nudo ha acabado y el desenlace nos aparece en un tono más dramático, proporcionando una conclusión acorde al guión. Y no quiero olvidarme de dar una mención especial a la brillante y muy expresiva actuación de Di Caprio, que ha dejado de poner cara de tipo duro y seductor para dar piel a un carismático y excéntrico lobo en la Wall Street.

Otro de los puntos a destacar en esta película de tres horas de duración es la banda sonora. Concisa y al momento, realmente consigue contagiar al espectador tanto los momentos de euforia disparatada como los de tensión argumental. Abarca hits desde el jazz al hip hop, pasando por el rock y el indie. Destaco como memorable la escena de la fiesta en la piscina, donde Jordan se corona a sí mismo como triunfador y ofrece a sus invitados total libertad para celebrar la fiesta a su manera al ritmo de Insane in the Brain de Cypress Hill.

En definitiva, la película tiene la fama que merece. Un nuevo éxito para los bolsillos de Di Caprio y Scorsese (dos semanas después del estreno en España aún me costó ver algún asiento vacío en la sala). Si bien excesivamente larga, resulta correcta, entretenida y carismática. Hará que salgas del cine pensando que el dolor de espalda por no haberte podido mover de la silla ha mereció la pena.

¿Que si gane algún Óscar por esto? Ja, ja, ja
Toma, todos mis loles para ti

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