Los ricos también
lloran. "Y una mierda, sólo los pringados", nos diría
Jordan Belfort desde su Lamborghini color marfil en una de sus
habituales rupturas de la cuarta pared.
Mucho se ha hablado de
esta película incluso antes de su estreno, con una cuantiosa mayoría
de las opiniones encabezadas por la frase "la vuelta al cine del
dúo Scorsese-Di Caprio". Dejando a un lado anteriores películas
de este par (Shutter Island,
Gangs of New York), procedemos a comentar El
lobo de Wall Street,
largometraje basado en la biografía de su protagonista.
Uno de los bandos más
nutridos en contra de esta producción alega ir al cine esperando ver
un drama serio sobre un tiburón de la bolsa, un astuto y recio
ejecutivo en su camino al poder (llegando incluso a catalogarla
erróneamente como una versión en diferente contexto de American
Pie). Con una premisa muy contraria, la película es una
cómica sátira al mundo de Wall Street.
A los de cien los llamo kleenex. |
De la mano del guionista
Terrence Winter (Boardwalk
Empire, Los Soprano)
el argumento se nos presenta un tanto increíble si tenemos en cuenta
que es una historia autobiográfica, pero de hecho ha sido
contrastada por el propio Jordan tras ver el filme. Adoptando una
visión de conjunto, Terrence ha sido acertadamente capaz de no hacer
evidente el punto fuerte de la historia hasta la segunda mitad. A
simple vista la película se nos presenta como una desmadrada versión
de Wall Street, aunque ésto es sólo en apariencia. En un cierto
punto de la historia ocurren una serie de momentos que hacen evidente
cómo lo que para el público es una situación cómica es un
verdadero drama para los personajes, dejándonos a más de uno con
una bombilla encendida sobre la cabeza de "acabo de entender la
película". Ese es un gran positivo para El
lobo de Wall Street.
"Lo estoy petando seriamente y soy consciente de ello." Jordan Belfort, lo disfruta |
Otro
de los puntos a destacar en esta película de tres horas de duración
es la banda sonora. Concisa y al momento, realmente consigue
contagiar al espectador tanto los momentos de euforia disparatada
como los de tensión argumental. Abarca hits desde el jazz al hip
hop, pasando por el rock y el indie. Destaco como memorable la escena
de la fiesta en la piscina, donde Jordan se corona a sí mismo como
triunfador y ofrece a sus invitados total libertad para celebrar la
fiesta a su manera al ritmo de Insane
in the Brain de
Cypress Hill.
En definitiva, la película tiene la fama que merece. Un nuevo éxito
para los bolsillos de Di Caprio y Scorsese (dos semanas después del
estreno en España aún me costó ver algún asiento vacío en la
sala). Si bien excesivamente larga, resulta correcta, entretenida y
carismática. Hará que salgas del cine pensando que el dolor de
espalda por no haberte podido mover de la silla ha mereció la pena.
¿Que si gane algún Óscar por esto? Ja, ja, ja |
Toma, todos mis loles para ti |
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